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Llanto de injusticia: Humberto Grieve vs Obrayan Cerón

Publicado: 2011-01-23

Por Alfonso Rivadeneyra García (@Gregory_House_)

Acto 1: ¿Lágrima?

La tarde de hoy al disfrutar unas milanesas preparadas en casa escucho la adaptación radial de 'Paco Yunque', un triste cuento del escritor liberteño César Vallejo, quien representó desde el punto de vista de un niño provinciano los abusos de la clase con dinero, por medio del engreído y mentiroso Humberto Grieve. Tres semanas atrás los programas de tv mostraron a Obrayan Cerón, asesino de una joven madre en Puerto Nuevo, Callao. Este sujeto a los 18 años, varios más que el niño Humberto; dejó impacto en las ya insensibilizadas retinas del público peruano, no precisamente por lo que hizo, sino por su infantil lloriqueo y actitud de víctima, al igual que el niño rico presente en la obra del hijo predilecto de Santiago de Chuco.

Acto 2: ¿Excusa?

Bueno fuera que las similitudes queden allí, pero no fue así este caso. En el cuento Grieve abusa del poder que tiene por ser hijo del hombre más rico del pueblo. Por su parte, Cerón no destacaba precisamente por su dinero, aunque sí por la vida delincuencial que eligió, la cual otorga poder. ¿Pero qué sucede cuando enfrentan al poderoso con los hechos?

Humberto Grieve aprovechó otra vez de que no podía verle el profesor y fue a darle un puñetazo a Paco Fariña en la boca y regresó de un salto a su carpeta. Fariña, en vez de llorar como Paco Yunque, dijo a grandes voces al profesor:

- ¡Señor! ¡Acaba de pegarme Humberto Grieve!

- ¡Sí, señor! ¡Sí, señor! –decían todos los niños a la vez.

(…)

- ¿Verdad, Grieve?

- No, señor –dijo Humberto Grieve-. Yo no le he pegado. (Tomado de Paco Yunque, 1951)

“Le disparé pero no fue a propósito. ¿Cómo cree que le voy a disparar, si ella estaba con su hijito? Mi amigo me dijo que no había balas pero cuando jalo (el gatillo), si había. Él me mintió”. Vía El Comercio.Pe.

Acto 3: ¿Impunidad?

Ante la atónita mirada de sus compañeros, el tardón y holgazán Humberto Grieve fue perdonado en repetidas ocasiones perdonado por el maestro porque “tiene plata”, como mencionó el indignado Paco Fariña en el cuento. Por su parte, Obrayan Cerón se entregó a las autoridades y fue liberado por no haber sido detenido en flagrante delito. Esto último duró poco, pero su defensa continúa al igual que el llanto.

En ambos escenarios, el mundo escolar de la obra y la justicia peruana, una figura "autoritaria" permisiva se muestra sin reparos. Si nos enfocamos en el colegio, el maestro de escasa fibra moral que permite los abusos del intocable no difiere del fiscal que argumenta la liberación de un criminal confeso bajo una excusa risible. Por todo esto, la obra de Vallejo es más vigente que nunca, sólo que los matices del poder son mostrados en mayor cantidad y cada vez hay más Grieves andando por el país. Tal vez tu y yo seamos uno y ni siquiera nos hemos dado cuenta.

Pd: Este artículo también se encuentra en mi otro blog, Sala de Autopsias.


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